Nuevo descubrimiento ofrece energía ilimitada y limpia y descarta combustibles fósiles
- Maynor Moncada Funez
- 25 sept
- 2 Min. de lectura
La carrera por la energía limpia y sostenible ha dado un salto monumental con el reciente éxito de Commonwealth Fusion Systems (CFS), una empresa derivada del Instituto Tecnológico de Massachusetts.

La compañía ha probado con éxito el imán superconductor de alta temperatura más potente del mundo, un componente esencial para construir un reactor de fusión nuclear. Este hito representa un avance crítico para el proyecto SPARC, un reactor experimental que busca demostrar que la energía de fusión, el mismo proceso que alimenta al Sol, puede ser una realidad en la Tierra.
A diferencia de la fisión nuclear, que genera residuos radiactivos a largo plazo al dividir átomos, la fusión une núcleos atómicos, liberando una energía masiva sin producir desechos dañinos. Este proceso utiliza combustibles abundantes, como el deuterio, presente en el agua de mar, y el tritio, que se puede generar dentro del propio reactor.

La promesa es una fuente de energía segura, libre de emisiones de carbono y prácticamente ilimitada, ofreciendo una solución definitiva a la crisis energética y climática global.
El éxito del imán de CFS radica en su capacidad para generar un campo magnético de 20 teslas, el más fuerte creado con tecnología superconductora de alta temperatura. Este campo es necesario para confinar el plasma de combustible a temperaturas extremas superiores a 100 millones de grados Celsius, permitiendo que los núcleos atómicos se fusionen.
El logro demuestra que la tecnología necesaria para el reactor SPARC es viable, reduciendo la incertidumbre y acelerando el camino hacia la comercialización de la energía de fusión.
El siguiente paso es la construcción completa del reactor SPARC, con el objetivo de encender el primer plasma durante este año. Si tiene éxito, el proyecto allanará el camino para el diseño y construcción de una planta de energía de fusión comercial llamada ARC.
Aunque aún existen desafíos por delante, este avance representa un punto de inflexión, transformando la fusión de una ambición científica en una posibilidad de ingeniería tangible que podría redefinir nuestro futuro energético en las próximas décadas.
Redacción EMC
















































































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