El ministerio del arcoíris: cómo se forma y de dónde vienen sus colores
- Maynor Moncada Funez
- 2 sept
- 2 Min. de lectura
El arcoíris es uno de los espectáculos naturales más fascinantes que podemos ver en el cielo. Generalmente aparece después de la lluvia, cuando los rayos del sol atraviesan las diminutas gotas de agua suspendidas en la atmósfera. Aunque parece un fenómeno mágico, en realidad es una maravilla de la física y la óptica.

Su formación ocurre gracias a tres procesos: refracción, reflexión y dispersión de la luz. Cuando un rayo solar penetra en una gota de agua, la luz se dobla (refracción), rebota en su interior (reflexión) y finalmente se descompone en distintos colores al salir (dispersión).
La luz blanca del sol está compuesta por una mezcla de colores, cada uno con longitudes de onda diferentes. Esta diferencia hace que, al pasar por el agua, se separen y formen el arco multicolor que conocemos.
Los colores del arcoíris siempre siguen el mismo orden: rojo, naranja, amarillo, verde, azul, añil y violeta. Esto ocurre porque cada color se desvía con un ángulo distinto dentro de la gota, creando un espectro perfecto en el cielo.

Un dato curioso es que el arcoíris en realidad tiene forma de círculo completo. Sin embargo, desde la superficie terrestre solo alcanzamos a ver un semicírculo. En cambio, desde un avión puede observarse como un aro luminoso flotando sobre las nubes.
Además, cada persona ve un arcoíris distinto. La posición del sol, las gotas de agua y el ángulo de visión varían para cada observador, lo que significa que nunca dos personas contemplan exactamente el mismo arcoíris.
En definitiva, el arcoíris es la prueba de cómo la ciencia y la belleza se entrelazan en la naturaleza: una pintura efímera en el cielo, creada por la luz del sol y las gotas de lluvia que actúan como diminutos prismas. Un recordatorio de que la física también puede regalarnos poesía visual.














































































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