Tres áreas digitales que todo país debe fortalecer

La inteligencia artificial (IA) se ha consolidado como uno de los motores más prometedores para impulsar el crecimiento económico mundial. Según proyecciones de organismos internacionales, esta tecnología podría incrementar el Producto Interno Bruto (PIB) global en más de un 1.5 % durante la próxima década.

No obstante, para que ese impacto sea real, los países deben invertir en el desarrollo de talento especializado que transforme el potencial tecnológico en productividad tangible.

El desafío principal no radica únicamente en adoptar herramientas inteligentes, sino en formar profesionales capaces de diseñarlas, implementarlas y regularlas.

Expertos en ciencia de datos y machine learning son esenciales para entrenar los modelos de IA que optimizan la toma de decisiones en sectores como salud, agricultura, educación o finanzas. Sin su conocimiento, la IA difícilmente podrá generar el valor económico que promete.

Otro componente clave lo representan los ingenieros de datos y especialistas en infraestructura digital, responsables de construir los sistemas que permiten que los algoritmos operen de manera segura y eficiente.

Ellos garantizan la disponibilidad de grandes volúmenes de información, la automatización de procesos y la integración con plataformas en la nube, facilitando la adopción de soluciones basadas en IA a gran escala.

Sin embargo, el desarrollo tecnológico debe ir acompañado de una visión ética. Los profesionales en gobernanza y ética digital son indispensables para asegurar que la inteligencia artificial se utilice de forma responsable, protegiendo los derechos de las personas y evitando el uso indebido de los datos.

Su función contribuye a que la innovación avance con transparencia, equidad y confianza social. En definitiva, el crecimiento impulsado por la inteligencia artificial dependerá de la formación integral en tres áreas esenciales: desarrollo de modelos, infraestructura digital y ética tecnológica.

Invertir en capital humano calificado será la clave para que los países conviertan la IA en un motor de prosperidad económica y desarrollo sostenible.