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Su entrega llevó paz, seguridad y democracia a todo el país

  • Foto del escritor: Maynor Moncada Funez
    Maynor Moncada Funez
  • 2 dic
  • 1 Min. de lectura

En regiones donde los caminos prácticamente desaparecen, los soldados se abrieron paso con determinación, cargando material electoral sobre burros, cruzando ríos y enfrentando pendientes agotadoras. Ninguna dificultad logró detenerlos. Cada tramo superado evidenció una voluntad inquebrantable por cumplir la misión, llevando democracia hasta los rincones más apartados del país.


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La labor fue ardua y exigente, pero jamás se quebró el espíritu de servicio. Bajo sol intenso, noches extensas o rutas peligrosas, las tropas avanzaron sin descanso hasta entregar cada paquete de forma segura. Su esfuerzo permitió que comunidades remotas tuvieran acceso pleno al proceso, mostrando que la vocación de proteger y servir prevalece incluso ante escenarios adversos.


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Durante la votación, los soldados se mantuvieron firmes, resguardando centros con serenidad, carácter y disciplina absoluta. Su presencia transmitió confianza, disuadió conflictos y aseguró que cada persona pudiera ejercer su derecho sin temor. Gracias a esa vigilancia constante, la jornada se desarrolló en un ambiente respetuoso, ordenado y profundamente cívico.


Al concluir el día, quedó claro que la paz vivida en todo el país fue resultado directo del trabajo silencioso, valiente y responsable de los soldados. Su entrega garantizó que la voluntad popular se respetara de principio a fin, reafirmando su papel como pilares fundamentales en la defensa de la estabilidad, la armonía y la democracia nacional.



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