El Papa León XIV llama a caminar en la fe y ser “templo santo del Señor”
- Maynor Moncada Funez
- 26 may
- 2 Min. de lectura
Durante su primera oración del Regina Coeli como Pontífice, el Papa instó a llevar el amor de Dios a quienes sufren
Ciudad del Vaticano. El Papa León XIV presidió este domingo su primera oración del Regina Coeli desde el Palacio Apostólico, donde dirigió un mensaje centrado en la confianza en Dios y en el don del Espíritu Santo, al tiempo que pidió a los fieles “caminar en la alegría de la fe para ser templo santo del Señor”.

Ante miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro, el Santo Padre reflexionó sobre el Evangelio dominical, que relata la despedida de Jesús de sus discípulos antes de su muerte y el anuncio del envío del Espíritu Santo. En su mensaje, destacó que la cercanía de Dios se manifiesta en la vida cotidiana a través de su Espíritu, que guía e ilumina a cada creyente.
León XIV agradeció el apoyo recibido en sus primeros días de pontificado y animó a la comunidad católica a seguir rezando por él. Afirmó que en los momentos de dificultad es necesario mirar más allá de las propias fuerzas y confiar en la misericordia divina.
Durante su intervención, recordó que los Apóstoles, en vísperas de la pasión de Cristo, se encontraban angustiados. Sin embargo, con el don del Espíritu Santo, recibieron consuelo y orientación. “Si permanecemos en su amor, Él hace morada en nosotros”, dijo el Papa, señalando que esta presencia transforma la vida de los creyentes.
También mencionó que el Espíritu Santo permite a cada persona convertirse en instrumento del amor de Dios, incluso en medio de la fragilidad humana. “El Señor no se avergüenza de mi humanidad; habita en mí”, afirmó.
En su llamado final, el Papa instó a llevar ese amor a todos los ámbitos, con especial atención a los pequeños, los pobres y quienes sufren. Invitó a ser “cristianos atentos y compasivos”, conscientes de que cada persona es morada de Dios.
El Pontífice concluyó encomendando a los fieles a la intercesión de la Virgen María, destacando su papel como “Morada consagrada a Dios” por obra del Espíritu, y subrayó que, al igual que ella, cada creyente puede ser signo del amor divino en el mundo.














































































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